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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

Tiempo atrás

Leo me ha despertado. Hacía muchos meses que no pasaba por aquí. Pero esta persona, que ha hecho un comentario en el último texto de este blog, escrito a principios de junio de este año, me ha recordado que Penemaker fue el primer sitio que abrí en internet.

Mucho ha llovido desde entonces. Hace ya más de cinco años que comencé a dejar mi pequeña huella sobre este mundo a veces ingrato, otras agradable, en el que se puede habitar relativamente bien siempre que tengas buena compañía.

Desde entonces, mucho ha llovido. Un momento de necesidad de hablar con el mundo dio lugar a un blog que no ha parado de publicar artículos más o menos personales durante cinco años y medio.

Y yo en medio de esta vorágine de internet, cargando pesos a veces más complejos, otras sencillos y agradables. Escribiendo un día sí y otro también. A ratos sobre temas simpático y cómodos, otras sobre auténticos asuntos que no me interesan nada. Pero siempre caminando hacia adelante. Sin desfallecer. Disfrutando de cada experiencia y tratando de no perder nunca el objetivo. Ese sendero que no se ha de perder de vista jamás, por muy intrincado que resulte. Esperanzado. Ilusionado. Enamorado. De frente.

Cuando un kilo son cien

Hay días en los que un kilo no parece un kilo. Son días en lo que todo parece más pesado. Tus pies se arrastran por la acera porque te cuesta levantarlos. Tu cuerpo parece un peso muerto en el que mover cada músculo es como un ejercicio mastodóntico. Tu propia mente es como una especie de ladrillo gigante cuyo mínimo movimiento requiere de un esfuerzo mayúsculo.

A veces, un kilo son cien kilos, sino más. Cuesta todo el dolbe, el triple, el cuádruple de lo normal. Esos días, esos momentos, esas semanas, todo parece mucho más triste. El mundo es oscuro, obsceno, lejano, cansino, pesado, negativo y envidioso.

Pero, cuando estés en el momento en que un kilo parece mucho más, lo único, repito, lo único que no debes hacer, es dejar de moverte. Por mucho que te cueste, por muy difícil que sea, por muy complejo que parezca, nunca, nunca, nunca pares de hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para movilizar tu cuerpo, tus pies, tu mente, tu corazón, tu alma y, en definitiva, a tí mismo.

Verás cuando acabe el día lo orgulloso que te sientes por el esfuerzo realizado. Todo tendrá mucho más valor. Todo parecerá más merecido. Y si al día siguiente te pasa, igual, vuelve a esforzarte como si no hubiese un mañana.

Busca siempre el movimiento. No te pares nunca. Sigue, sigue, sigue. Esfuérzate, aprieta, anda, camina, corre... Sigue adelante hasta que todo vuelva a ser ligero, divertido, brillante y luminoso.

No desfallezcas, pues la recompensa merece la pena. No pierdas la esperanza, pues todo esfuerzo tiene su fruto. No mires atras más que para aprender y mejorar tu presente y futuro. No sufras si la luz al final es pequeña, pues poco a poco se agrandará. No te agobies si te sientes cansado, pues siempre hay de donde sacar fuerzas. No te rindas nunca, pues cada paso es una pequeña victoria.

Siempre adelante.

Luces de luciérnaga

¿Aquello que veo al fondo es una luz al final del túnel? ¿O es una luciérnaga que hace que me confunda? Si no soy capaz de diferenciarla, tengo un grave problema, pues puede ser que haya errado mi lento caminar por esta tierra.

Lo que sí debo recordar, es que si busco la felicidad usando el corazón, la sensatez, el sentido común y el amor y el cariño, no estoy en la ruta equivocada.

Debo pensar que cuando hay gente que me mira y me observa con envidia insana, es que voy por la senda que me he propuesto.

No olvidaré que al mirar a otros que roban, manipulan y no respetan, me siento asqueado. Eso es que el suelo que piso es fiable.

Nunca pierdo de vista la posibilidad de un mundo mejor. Al menos, empezar poco a poco desde el mío más íntimo hacia los demás. Eso es sinónimo de que no estoy buscando atajos fáciles.

Si sigo siendo yo, pese a toda la porquería que me rodea, es que lo que veo allá a lo lejos es la luz que busco. La luciérnaga está a mi alrededor, ayudándome a ver dónde piso, no al final, confundiendo mis pasiones, emociones y sentimientos.

Inmenso

Hoy voy a ver el mar. ¿Qué tendrá ese profundo en inmenso océano azul que tanto me puede? Me resulta sugerente, apasionante, imaginativo... Su sonido, el rumor de las olas, su color atrayente, casi absorbente...

No se puede añadir mucho más. Un lugar cercano al mar invita a la pasión, la calma, la inspiración, la imaginación. Enseña a vivir. Enseña a crear. Enseña a apasionarte por la vida. Es óbice de la propia existencia.

Quien no lo ha vivido, no lo puede saber. Pero el mar es un ser profundo y oscuro que llena cada poro de la piel y hace de la existencia de las personas un mundo sugerente y bello.

El mar. ¿Qué tiene que tanto me apasiona esa ingente masa de agua que parece tener vida propia? No lo se. Es misterioso y profundo. Sólo se que hoy voy a ver el mar.

Pruébalo una vez

A veces, la propia vida te da oportunidades donde no las ves. Escuché una vez que una crisis era un buen momento para reinventarse. Así pues, donde todo es negativo y obtuso, podemos observar nuevos mercados de expansión personal. No pienses, si te has quedado sin trabajo, por ejemplo, que ya todo va a ir mal. No te ofusques en buscar siempre lo mismo. No sigas suspirando por un empleo en el que te paguen mal y te estés quejando todo el día del jefe o de lo mal que se hacen las cosas.

Entiendo que esto es muy difícil de entender. No se nos programa en las aulas para ser libre pensadores. Somos mal educados para convertirnos en fuerza de trabajo silenciosa y enriquecedora para unos pocos. Sin embargo, somos imaginativos, luchadores, trabajadores y emprendedores. No nos convirtamos en aquellas personas que no nos gustan. No les envidiemos en secreto o en público. Seamos nosotros mismos. Explotemos nuestras potencialidades. Descubrámonos en los más íntimo. Seamos quien siempre hemos querido ser. Dejemos de pensar como vencidos, soñando con que nos toque la lotería. La lotería somos nosotros mismos cuando nos conocemos bien y disfrutamos de nuestra gente. Somos mucho más que un número de DNI dispuesto a trabajar en silencio por un bien mayor, que no es otro que unos pocos ganen mucho dinero.

Siéntete vivo, pues cuando emprendes un camino escabroso y poco transitado, te puedes sentir solo. Hay mucho riesgo. Vértigo y pánico a caer. Pero no desfallezcas. Al final, poco a poco, lo que antes era un sueño se convierte en realidad. Hay luz. Al final del túnel, pero también en pequeños recodos del camino. Mira hacia delante. Con rectitud y libertad de miras. Fiate de tí mismo y de tus posibilidades. Cree en tí. Al final, todo llega. Solo tienes que luchar, trabajar y, sobretodo, creer.

Escala

Es bonito cuando ves que las cosas poco a poco van cogiendo forma. Avanzas en la vida con paso firme. Superas los momentos de debilidad y duda. Te sientes en el buen camino, protegido por la gente que te ama, te quiere, te apoya y confía en tí.

Es bonito cuando tienes un sueño y paso a paso se va cumpliendo. No pisas a nadie. No machacas a la gente que te rodea. No te vuelves loco persiguiendo quimeras imposibles. Sencillamente observas con detenimiento qué hay dentro de tí. Cuales son tus anhelos vitales. Qué buscas en realidad. Y tratas de llevarlo a la práctica con sosiego y sensatez.

Es bonito cuando observas que el camino que has comenzado, aún lleno de espinas y poco transitado, ofrece momentos de excelsa belleza. Te paras a mirar el bello paisaje. Disfrutas de momentos de relax, orgullo y pasión por el kilometraje andado. Alegría por el rumbo tomado y el momento en el que estás. Ánimos por lo que te queda por andar, que durará toda la vida.

Es bonito cuando sabes que ya nunca te pararás. Eres tan consciente que tú mismo vuelves a tu senda ante los despistes y el desvío. Tu gente es consciente, te apoya y te quiere y te ayuda a regresar. Te ilusionas y te apasionas y te animas a no volver a parar.

Es bonito cuando eliges el camino que poca gente elige. Te sales del rumbo marcado para tí. Buscas tus propias metas. Esas que te apasionan y te enorgullecen. Esas que tu corazón te dicta porque es tu anhelo y tu mundo real. Esas que están fuera del rumbo que una sociedad injusta y adormecida te dijo que era la que debería ser tu realidad.

Es bonito cuando eres tú mismo. Solo tú mismo.

Quinto

Quinto año consecutivo con este blog. El primer lustro de penemaker. El punto de salida de una revolución que aún hoy sigue en proceso y que posiblemente no acabe nunca.

¿Nunca has tenido un punto de inflexión en la vida? ¿Esos momentos en los que sientes que algo no funciona bien? No hablo de sueños y pasiones de juventud que no se han cumplido. Simplemente me refiero a la existencia anodina y vulgar que estás llevando a término. Un número más en una empresa que no te valora. Esas mañanas que te levantas para ir al trabajo aunque no tengas ganas ni ánimo. Pura rutina. Ahora toca esto, luego aquello y después lo otro. Rudimentos de aquello para lo que te han programado desde pequeño. Haces lo que se espera de tí.

Hace ahora cinco años que ya fui totalmente consciente de que algo debía cambiar en mi penoso caminar por la vida. Había tenido momentos mágicos. Días y meses en los que todo parecía especial. Pero, haciendo balance de pasado, presente y futuro, el tedio y la rutina ganaban por goleada. Por suerte, fui consciente de ello a tiempo.

Ahora vivo en plena revolución. No es que cada día sea una aventura, pero en general, estoy en un barco con rumbos cambiantes. Elijo los caminos menos transitados y más complejos y vacíos. Estoy donde quiero estar.

Nunca agradeceré lo suficiente a todas esas personas que me acompañan en este largo y difícil caminar. Ellos hacen que esto tenga sentido y merezca la pena. Me ayudan en los malos momentos y me alientan en los nuevos. Esta aventura es tan grande por su existencia, presencia y ánimos.

¿Hacia dónde va este camino? Aún no lo se. Pero desde luego, una cosa está clara, el tedio ya no forma parte del vocabulario más habitual, tal y como ocurría en mi existencia pasada de contratos fijos y seguridad vital figurada.

Cinco años acompañado siempre por este blog. Este diario personal en el que mucha gente ha visto cosas. No siempre positivo, no siempre negativo, pero a mi lado, para poder vomitar lo malo y compartir lo bueno.

Meditaciones de la tarde

A veces pienso en la gente. ¿Qué esperamos de la vida? ¿Cómo es posible que estemos tan domesticados? Nos has inculcado unos valores que nos convierten en esclavos de la sociedad y de nosotros mismos. Han logrado que los sueños se conviertan en intangibles que muy pocos tienen la capacidad y fortaleza de lograr. Por otra parte, la rutina, el ostracismo y el confórmate con lo que tienes y no te quejes es toda la migaja que vamos a conseguir de este mundo ingrato e insolidario.

A veces me siento como si viviese en una granja de pollos. Todos enjaulados con muy poco sitio para moverse. Es lo que te toca. No conoces otra realidad. Ni siquiera sabes que tu futuro está ya predestinado. Acabarás en la nevera de algún supermercado como alimento para glotones que no se conforman con lo mucho que ya tienen.

Lo más triste de todo esto es que cuando hablo con mucha gente, no es consciente de esto. De hecho, se ven en posesión de la verdad y la corrección. Tal vez el problema sea yo. Quizá estoy equivocado tratando de rebelarme contra esto. Es posible que debiera aceptar mi presente y pensar más en mi futuro aceptando aquello para lo que han intentado educarme. Pero por más que lo intento, con cada día que pasa me siento más rebelde y menos sumiso a ser un montón más de carne que pulula con paso inseguro por un mundo con las cartas marcadas esperando acabar en el estómago de algún esforzado comilón.

 

No lo tengo claro. Pero en mi fuero interno pienso que debo hacer caso a mi corazón más que a mi cerebro. Por más duro que sea, siento que mi destino es va contracorriente. Y no es fácil caminar con paso firme por el camino más espeso y menos transitado.

No saber

No saber. Enfrentarse al vacío. El miedo al folio en blanco. No tener nada que decir. Nada de que hablar. Miedo ante la nada. Nada.

No saber. Querer escribir sin tener nada que decir. Querer comunicar sin discernir. El pánico a no ser escuchado ni leído.

No saber. Tener la necesidad imperiosa de comunicarte con quien quiera escuchar. El pesar por pensar que nadie te quiere escuchar.

No saber. La obligación de llamar la atención. La falta de calor humano. Tienes que decirlo, pero eres incapaz. Todo está vacío. Nada tiene sentido. Nadie te quiere escuchar. Nadie desea leerte. Pero necesitas ser oído.

No saber. Pánico a la nada. Pero debes lanzarte. No lo pienses. Hazlo. Actúa. Siempre habrá alguien que desea escuchar. Alguien digno de tí, de tus palabras, de tu belleza, de lo que tienes que decir, de leerte, de amarte, de fusionarse contigo en un todo amalgamado por la belleza y libertad que te ofrece el expresarte como eres, sin cortapisas ni freno.

Presente

Vivir el presente, por difícil que sea. No nos podemos anclar en el pasado ni desear con mucho ahínco el futuro. Si haces eso, te pierdes tu propia existencia. Y no hay nada más doloroso que vivir en una carcasa vacía y sin sentido, en la cual nunca hay nadie porque ese ser estuvo o estará.

El presente ofrece retos de futuro. Oportunidades que surgen de tus vivencias y experiencias pasadas. Es un compendio de lo que fuiste y serás. Eres tú. Es lo que eres. Ahí se aúnan tu perspectiva de futuro pintada con colores del pasado.

Es curioso cuando giramos la vista atrás y vemos lo que hemos hecho, lo que hemos sido, los errores, aciertos y vivencias. Ahora pensamos que merecemos más. Que el futuro nos acercará a esas oportunidades que ya debimos tener tiempo atrás. Pero eso no pasará. No tendrás opción si viven pensando en lo que vendrá. Disfruta de tu momento. Avanza. Anda. Camina. Ve a por todas. Tu gente te quiere, te apoya, te respeta y te ayuda. Quizás no lo veas claro, pero es tu vida la que pasa ante tus ojos. No la dejes escapar.

Pon en marcha tu proyecto de existencia. Eso si aún no lo tienes en funcionamiento. Quiérelo, cuídalo y compártelo. Disfruta de su desarrollo y buen avance. Sufre las penalidades, supera los escollos. Cree en tí. Entonces los demás creerán también. Lucha por él. Ama por él. Mantente vivo siempre. Pues realmente, por quien estás luchando, avanzando y amando es por tí. Tu pasado y tu futuro son tú aquí y ahora.

Tiempo bello

¿Hemos confundido el término de belleza? Nos estamos viendo abocados a tantos y tantos estereotipos que a veces asusta. Da pánico el pensar que una mujer bonita está por encima de una persona buena. Un hombre escultural, más visible que un ser bondadoso. Un humano rico, por encima de uno solidario.

Es terrible observar cómo se banaliza todo en este mundo capitalista y no siempre sensato en el que nos movemos. Resulta doloroso simplificar todo a meros estereotipos cuya hermosura se juzga por el peso, la estatura o la gracilidad.

No seré yo quien se rebele ante el atractivo de la imagen. Pero sí el que denuncie a todo aquel que no sepa ver más allá. Aún no entrando en el cliché de la belleza interior, sí que defenderé siempre el ir más allá. El buscar en profundidad. El conocerse a uno mismo. El escarbar en las almas de los hombres. El descubrir el esplendor que todos portamos, pero pocos saben mostrar.

Siéntete bello. Los demás lo notarán. La seguridad, la bondad, la generosidad... aún nos quedan suficientes instrumentos para saber juzgar ese tipo de atractivo. Tenemos tiempo para admirar la mayor belleza que tenemos. Nosotros mismos como especie, más allá de la mera individualidad consumista y estereotipada que nos han hecho tragar durante años.

Sé inteligente. Sé amable. Sé compasivo. Siente la belleza que llevas dentro más allá de tu mera carcasa física. Nosotros lo sabremos ver y disfrutar. Así serás feliz, y harás felices a los demás.

amor, superación y comprensión

El amor lo puede todo. En días como estos convulsos que vivimos hemos olvidado su importancia. Hemos dado vida e importancia a valores equivocados como la ambición, el poder y el dinero, y en muchas ocasiones nos olvidamos de amar.
¿Para qué quieres dinero si no tienes con quién disfrutarlo? No hay nada más bonito que compartir lo tuyo con la persona amada. Y si no piensas así, es que no has sentido la plenitud que ello conlleva.
¿Para qué quieres poder y ambición? Son lugares solitarios, llenos de odio, tensión y animadversión. Una existencia vacía y lánguida. Siempre estarán esas lenguas viperinas que dicen que esto lo contamos aquellos que no tenemos poder ni dinero. Y puede ser cierto. Pero no menos es que no lo quiero ni lo necesito. Prefiero una sola existencia con amor, aunque sea mísera en lo económico, a diez vidas con dinero y poder si ello me convierte en alguien vacío, estúpido, insolidario, ególatra y egoísta.
El amor supera barreras. Nos mejora como personas. Nos hace comprensivos, solidarios. Llena nuestra existencia como nada en el mundo es capaz de conseguir. El amor nos hace buenos. Nos hace grandes. Nos hace felices. El amor nos hace libres...

Frío en el corazón

No permitas que el frío hiele tu corazón.

No dejes que la lluvia encharque tus sentimientos.

No aceptes que el ruído ensordezca tus oídos.

No toleres que la impotencia rinda tu alma.

No consientas que la insolidaridad ablande tu generosidad.

No accedas a que el bosque te impida verte a tí mismo.

Amor y perdón

A veces cuesta mantener el rumbo. La vida nos pone a prueba una y otra vez. Nuestra paciencia, nuestra prestancia, nuestro camino por andar... Una y otra vez nos desviamos de la senda que nos hemos propuesto por culpa de la más mínima brisa de aire o el tronco más grande que hayamos visto varado frente a nuestro cansado cuerpo de caminante.

No siempre es sencillo mantener el rumbo. Hay demasiado ruido. Muchos rumores. Gran cantidad de gritos. Espesura, maleza... Hay tanto a nuestro alrededor que es sencillo perder de vista el pequeño caminito, ese hilillo estrecho de tierra fértil por donde hemos decidido encaminar nuestros pesados pasos.

Entre tanto alboroto, ¿cómo saber que vas en la dirección correcta? Para mí siempre hay una pequeña luz al final del túnel. Un destello frente a mí que me indica la dirección. A veces más lejano, otras justo delante, ese pequeño brillo es el amor. El amor a mi chica, a mi familia y amigos, a mis perritos, a mí mismo... Esa es mi brújula, mi estrella polar, mi gps, mi volante y timón.

Se que a veces me pierdo entre tanto estruendo. No siempre es fácil escuchar en un mundo tan ruidoso como el que nos ha tocado vivir. Pero noto cuando toco el fondo. Soy consciente de que a partir de ahí sólo se puede subir. Y siempre lo hago. Una y otra vez, pese a las guantadas de la vida, subo y subo. Miro con la cabeza alta hacia adelante. Amo a los míos. Vuelvo a la pequeña senda de amor y cariño que he elegido como rumbo de mi vida.

¡Mundo! Haz ruido. Golpéame. Grítame. Vapuléame. Yo no me pienso rendir. No voy a abandonar mi camino. El amor y el perdón me bastan. Me definen. Me hacen quien soy. Me levantaré las veces que haga falta. No podrás conmigo ni con los míos.

Las andanzas de Darío Persa (XII)

Me cité con él en el café de la esquina. Allí no me verían mis colegas del insti. No quería que supiesen nada de nuestra aún inexistente relación. Tampoco me apetecía escuchar sus opiniones y obviedades. Era mi particular proyecto de investigación. Quería saber más de él.

Llegó puntual. Como siempre, sus ojos parecían perdidos en recuerdos de antaño. Su perenne sonrisa sí que iluminaba en cierta medida su cara. No podía evitar sentir una gran curiosidad por aquel personaje.

Me había salvado de una buena. En nuestros primeros encuentros yo me había mostrado tímido y desubicado. Y realmente era así como me encontraba. Toda la gente de su edad que me rodeaba eran familiares o profesores. No sabía nada de ellos más allá nuestros parentescos y relaciones profesionales, por así decirlo. A mi edad, todo ese mundo adulto era misterioso y opaco. Vivíamos una época de transición hacia la madurez. Éramos niños que queríamos ser mayores. Pero en el fondo sabía que estábamos muy lejos de ello. Pero yo tenía iquietudes. Sabía que Pablo me podría solventar muchas de ellas. Por eso estaba dispuesto a poner toda la carne en el asador. Y así fue como me lancé a la carga...

La belleza

Es algo que casi no se puede tocar. Si sientes que vas a romperlo, mejor ni lo mires. Es etérea y eterna. Es física y del alma. Es algo humano. Sólo nosotros la podemos apreciar, crear, disfrutar, destruir o infravalorar.

Cuando se encuentra a alguien bello, debemos protegerle, admirarle, cuidarle y amarle. Y no me refiero a un modelo o maniquí. Alguien bello es alguien inalcanzable, libre, casi capaz de volar... Lejos de nuestro alcance, y como tal hay que tratarle. Si nos dejamos imbuir por una persona bella, nos enriquecemos, mejoramos... podremos hasta flotar.

Vivimos rodeados de belleza. Es difícil de encontrar en el mundo estercolero en que nos toca existir. Pero está ahí. Nos espera. Desea que la encontremos. Quiere hacernos mejores, volvernos creativos, bondadosos y plenos. Si la sabemos admirar y descubrir, nuestra vida será mejor. Mucho mejor. Muchísimo mejor. Infinitamente mejor.

Bondades

La bondad. Esa palabra que me llena de tanto regocijo como temor.

Regocijo por su belleza. Regocijo por lo bonita que es una vez llevada a la práctica. Regocijo por ser una de las mejores cualidades que un humano puede poseer.

Temor por su mal uso. Temor por lo poco que se practica. Temor por la capacidad del hombre para retorcer aquello que es bello. Temor por pervertir y vaciar de contenido la hermosura.

Un ser bondadoso pervertido es uno de los espectáculos más horrendos. Un ser que se ríe de la bondad de otro roza el bochorno, a pesar de resultar tan común en nuestros días. Un ser que enmascara la bondad bajo intrigas en intereses es una mezquindad indigna.

¿Por qué no somos nosotros mismos? ¿Por qué cedemos a valores narcisistas frente a aquellos que nos llenan y enriquecen? ¿Por qué nos hemos dejado vencer por lo fácil frente a lo que nos engrandece de verdad como especie? ¿Por qué, por qué, por qué...?

Fuego en el alma

El movimiento. El sentirse libre. Cuando notas que avanzas. Saltar y tener tiempo para varios latidos en el aire. Quitarse las cadenas del miedo. Desprenderse de la opresión que atora tu alma.

Es tan bonito cuando sientes la libertad. Cuando el aire te resbala por la cara mientras andas por un bello atardecer otoñal. Cuando das rienda suelta a tus anhelos más profundos. Cuando te quitas las cadenas de la opresión de una vida fútil llena de miramientos y estándares que te son ajenos y desmotivadores. Cuando sientes que estás evolucionando a una libertad lejos de la realidad de aquellos que no ven más allá de las propias arrugas de su mano cercenada por invisibles cuerdas que les atan a un mundo mundano que les ha elegido como zombies al servicio de capital represor.

Nunca sabes cómo acabará esto. Es posible que te disparen si vuelas demasiado alto. Pero al menos has volado. Lo has intentado. Te has esforzado. Has buscado algo más allá de la miseria diaria. Sólo eso ya merece la pena el vivirlo.

Las andanzas de Darío Persa (XI)

Tardé unos días en volver a ver a Pablo. En aquel momento aún no era consciente de lo que iba a suponer mi encuentro con él. Pero fue entonces cuando comencé a fijarme más en aquel peculiar vecino. Así me di cuenta de que parecía un tipo muy triste. Un cuarentón soltero que parecía habitar en una carcasa vital únicamente movida por la inercia. Un tipo educado, siempre correcto en el trato, pero sin embargo alejado de aquel mundo al que no parecía pertenecer. Un hombre solitario y ajeno a los asuntos de sus congéneres.

Empecé a obsesionarme con él. Le seguía por la calle. Le observaba a todas horas. Traté de aprenderme sus horarios y rutinas para coincidir. Una conversación en el ascensor, una charla en la puerta o una confusión en la portería. Mi mundo fuera del instituto, las chicas y las fiestas empezó a ser aquel hombre que llamaba de forma poderosa mi atención.

Lo que iba descubriendo hasta el momento era todo bastante anodino. Iba a la compra y poco más. La frutería y verdulería, carnicería, pescadería... Todo en su vida parecía un auténtico "rollazo" de campeonato. Y yo no era capaz de entender a qué se dedicaba. De donde sacaba el dinero. Qué era de su vida pasada y actual. Todo en su día a día se reducía a ir a la compra y poco más. Yo no podía comprender cómo alguien se dedicaba únicamente a estar en casa y comprar comida...

Así fue como un día, tras uno de los "casuales" encuentros en el ascensor, conversando sobre lo humano y lo divino, Pablo me ofreció tomar un café cualquier tarde. Yo le dije que encantado, que esa misma tarde podía. Estaba como loco por saber más de aquel ser misterioso. Mi salvador. Mi proyecto de investigación particular...

Melancolías invernales

¿Cómo puede ser tan sencillo caer en la desgana y el resentimiento? Cuando todo nos va bien, nos sentimos imparables, con altura de miras y exceso de confianza. Cuando todo nos va mal nos sentimos melancólicos, retraídos y hastiados.

El hastío. Qué curioso sentimiento. Cansancio de guerrear con la rutina. Hartazgo de caminar por los frondosos follajes de los caminos empedrados de la vida.

La melancolía. Tan dura. Tan lejana. Tan fría. Tan exasperante. Te hace sentir solo y solitario, olvidado y retraído. Desganado y confuso. Alejado de los asuntos mundanos que minutos antes tan importantes resultaban...

En lo más crudo del frío invierno todo parece más difícil. Una nevada constante en los corazones que nos hace aún más distantes e insolidarios de lo normal.

¿Por qué a veces todo resulta tan complejo...?