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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

Amor y perdón

A veces cuesta mantener el rumbo. La vida nos pone a prueba una y otra vez. Nuestra paciencia, nuestra prestancia, nuestro camino por andar... Una y otra vez nos desviamos de la senda que nos hemos propuesto por culpa de la más mínima brisa de aire o el tronco más grande que hayamos visto varado frente a nuestro cansado cuerpo de caminante.

No siempre es sencillo mantener el rumbo. Hay demasiado ruido. Muchos rumores. Gran cantidad de gritos. Espesura, maleza... Hay tanto a nuestro alrededor que es sencillo perder de vista el pequeño caminito, ese hilillo estrecho de tierra fértil por donde hemos decidido encaminar nuestros pesados pasos.

Entre tanto alboroto, ¿cómo saber que vas en la dirección correcta? Para mí siempre hay una pequeña luz al final del túnel. Un destello frente a mí que me indica la dirección. A veces más lejano, otras justo delante, ese pequeño brillo es el amor. El amor a mi chica, a mi familia y amigos, a mis perritos, a mí mismo... Esa es mi brújula, mi estrella polar, mi gps, mi volante y timón.

Se que a veces me pierdo entre tanto estruendo. No siempre es fácil escuchar en un mundo tan ruidoso como el que nos ha tocado vivir. Pero noto cuando toco el fondo. Soy consciente de que a partir de ahí sólo se puede subir. Y siempre lo hago. Una y otra vez, pese a las guantadas de la vida, subo y subo. Miro con la cabeza alta hacia adelante. Amo a los míos. Vuelvo a la pequeña senda de amor y cariño que he elegido como rumbo de mi vida.

¡Mundo! Haz ruido. Golpéame. Grítame. Vapuléame. Yo no me pienso rendir. No voy a abandonar mi camino. El amor y el perdón me bastan. Me definen. Me hacen quien soy. Me levantaré las veces que haga falta. No podrás conmigo ni con los míos.

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