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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

De repente

De repente, un día te levantas y lo ves todo claro. Una mañana te das cuenta que has dado con la más básica de tus necesidades, amar.

De repente ves que tu vida siempre ha girado en torno a él. Así pues, enfocas toda tu existencia a perseverar y cuidar de él.

De repente, un día encuentras a alguien que te llena. Alguien que te complementa, alguien de quien enamorarse. Te sientes digno de amarle, y te entregas en cuerpo y alma al amor hacia esa persona.

De repente te ves feliz, pleno, completo. Nadie te puede parar. Tu vida tiene sentido, rumbo, dirección. Te sientes por fin en la nube de la que ya nadie podrá bajarte.

De repente, te levantas y día y ves que tu vida es cómoda. Que todo es como tiene que ser. Que te dejas llevar... y sientes que algo empieza a fallar. Algo no termina de encajar. Pero no le das importancia y continúas adelante.

De repente notas que todo está mal. Todo se ha torcido delante de tu propia cara. Ves que no eres capaz de cambiar. Sabes que buscas consuelo en lugares equivocados, pero no lo puedes o sabes evitar. Observas como todo lo que era bello y puro se ha convertido en rutina e insatisfacción.

De repente un día sabes que la bola de nieve se ha hecho tan grande que ya es imparable. Necesitas distancia porque delante de tus propias narices se ha ido lo que más querías y ya no puedes, quieres ni tienes fuerzas para retenerlo.

De repente observas como el amor te ha hecho daño. Se ha ido. Te ha convertido en alguien que hace daño, o eso crees tú. Es más, crees que puedes vivir sin él. Que debes vivir sin él.

De repente notas como tu decisión ha sido acertada. Sientes alivio, sensación de libertad, de haberte quitado un peso de encima.

De repente, empiezas a sentir que algo no va bien. No sabes identificar que es, pero algo no encaja. No estás pleno. No todo sale como debiera. El mundo se ha convertido en un lugar oscuro, sombrío y distante donde tu no encajas.

De repente, alguien llega a tu vida. Alguien directo, pleno. Alguien que te llega muy dentro de tu alma. Alguien que te empieza a recordar lo que tanto tiempo has perdido. Alguien que te empieza a recordar quien eres en realidad. Alguien que te rompe el corazón.

De repente, empiezas a despertar. Empiezas a verte a ti mismo. Empiezas a buscar aquello que perdiste sin saber muy bien que es. Buscas y rebuscas sin pies ni cabeza, porque aún no lo puedes identificar.

De repente encuentras otra vez algo parecido a lo que perdiste. Empiezas a ver luz al final del túnel. Pero sabes que ese túnel es muy largo. Hay cosas que no quieres ver, pero te empecinas en caminar por ese escarpado camino oscuro que te lleva a la luz, pero la luz se aleja.

De repente, estás solo otra vez. La luz está ahí. se ve borrosa, pero se empieza a discernir. Está lejos, pero cada vez se ve con más claridad.

De repente, despiertas un día y observas lo que has perdido. Has perdido mucho. Mucho más de lo que en un principio parecía. Has perdido aquello que un día supiste que movería el motor de tu corazón. Has intentado desterrar el amor... y cuando lo has vuelto a tocar no has sabido cuidarlo... por que ni sabías que era lo que te faltaba. Estaba delante de tí pero no lo veías.

De repente te das cuenta de cuanto has errado el camino. Cuanto te has desviado. Cuanto trabajo tienes por delante para volver a ser tú. A sentirte completo. Para volver a amar sin condiciones, restricciones y con sincerdad.

De repente ves que el camino hacia la luz es más largo, escarpado y complicado de lo que pensabas. Ves que el desvío es mayúsculo. Que el perdón es muy complicado, y que volver al equilibrio es una tarea de titanes.

De repente despiertas un día y te encabezonas en intentar hacer las cosas bien. Equilibrarte. Perdonarte. Abandonar la rabia. Avanzar. Volver a ser tu mismo. Sosegarte. Relajarte. Vivir. Compartir. Disfrutar. Amar... cueste lo que cueste. Tardes lo que tardes. Solo es cuestión de paciencia, trabajo y fe en uno mismo.

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