Blogia
penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

Las andanzas de Darío Persa (IV)

Un fin de semana cualquiera salí de mi casa engalanado para "pegarme" una fiesta con amigos.

No éramos muy originales. Apenas teníamos dinero y éramos menores de edad, con lo que el acceso al alcohol no resultaba siempre fácil. No obstante, tampoco era de una complejidad extrema tener algún familiar, véase hermano o primo, que nos pudiese conseguir el adorado néctar. Contemplábamos también otras opciones, como carnets falsos, tiendas con dueños muy preocupados por la buena marcha de su negocio sin pensar en las consecuencias e incluso el hurto doméstico.

Esa noche empezó como cualquier otra. Visita al parque de siempre, donde nos juntábamos cantidad de gente. Entre ellos, mucho de mis compañeros de clase, y como no, de mi instituto.

Posteriormente, visitábamos algún bar de los cuatro o cinco que según modas eran los más frecuentados por la gente de mi edad, para finalmente morir en la discoteca de turno hasta que el cuerpo dijese basta.

La noche podía acabar de muchas maneras. Si habíamos juntado algo de dinero, podíamos pillar algún tipo de droga entre varios. Si por el contrario conseguíamos ligar, nos buscábamos cualquier hueco oscuro donde dar rienda suelta a nuestros escarceos amorosos. Si no ocurría nada de eso, baile y alcohol mientras el cuerpo aguantase y a la cama.

Esa noche fue muy normalita. Sin demasiada acción. No tardamos mucho en aburrirnos. Aparecí por mi portal relativamente pronto para lo habitual en mi. Mi madre se iba a poner muy contenta de verme tan temprano en casa. Mira tu por donde, nadie se podía imaginar la hora en la que mi cama sontendría mis cansadas posaderas.

0 comentarios