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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

Mutando

En los últimos meses estoy notando ciertos cambios. Siento como mi otrora preclara capacidad para acercarme a la felicidad es hoy por hoy un lejano sueño. Noto como mi mente se nubla y se aleja de aquellos buenos sentimientos de los que se que soy capaz hacia los demás. 

Ahora, empiezo a despertar de un extraño sueño. Comienzo a vislumbrar una realidad que me aterra. 

Veo y observo como me toca moverme en un mundo que comprendo, pero no quiero hacerlo. Un mundo que me obliga a manejarme entre la miseria, el individualismo, la insolidaridad y el tonto el último. Un mundo competitivo hasta la muerte. Un mundo donde sólo los duros y despiadados avanzan, mientras los demás sobreviven a malas penas.

He heredado un mundo de mierda, lleno de gente de mierda, repleto de excrementos sociales. Y entre ellos charlan, se asocian, se premian y se dan palmaditas en la espalda. Resulta tan demencial como vomitivo.

Vivo en un lugar ajeno, lejano, frío, terrorífico y solitario. Sufro una realidad que en ocasiones me supera. Una realidad que me obliga a mantenerme alerta en todo momento. Una realidad que no me permite bajar las defensas. Una realidad que no comprende nada que le resulte extraño, y tampoco quiere hacerlo.

Es cierto que ocasionalmente se pueden encontrar pequeños faros. Ínsulas luminosas que te muestran cierto grado de esperanza entre tanto excremento. Pero no es menos cierto que estas pequeñas islas de ilusión se pierden entre la ingente cantidad de fango que nos rodea.

En fin, así es como veo yo el mundo últimamente. No soy un cobarde, voy a seguir adelante pese a quien pese. Pero que nadie espere que este montón de mierda me tenga que gustar. Y, por supuesto, que nadie espere que me vaya a quedar de brazos cruzados mientras observo y sufro el barrizal que le estamos dejando a nuestros hijos.

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