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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

Las andanzas de Darío Persa (IX)

Y allí estaba yo. Sentado en un sofá gigante. Temblando como un papagayo en la Antártida. Sin saber qué hacer o qué decir. Me encontraba solo en un gran salón. Esperaba a mi anfitrión, que me preparaba una bebida caliente. Estaba asustado todavía.  Pensaba constantemente en lo sucedido. No me lo podía creer. Tanta mala suerte, convertida en buena en el último instante.

Y así apareció él. Me tendió una taza caliente con poleo menta. Sonreía. Una sonrisa algo triste y melancólica, pero cómplice y comprensiva. Me hizo sentir bien. Se sentó en el sofá de proporciones mastodónticas. Y seguía sin decir nada.

Le di varios sorbos al poleo. Estaba rico, pero muy caliente. Me tranquilicé. Y fue en ese momento cuando me fijé. Estaba en un salón inmenso. Poco decorado. En el sofá podían caber diez personas de forma cómoda. Una pequeña mesita ante mí y una tele de al menos 100 pulgadas al frente. Por lo demás, todo estaba muy vacio. Estaba claro que aquel tipo ni recibía ni esperaba demasiadas visitas.

Tipo curioso aquel vecino. ¿Cómo sería ese señor? Era todo un enigma para mi. Enigma que comenzaba a llamarme poderosamente la atención.

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