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penemaker. El blog del amor y el freak, quizás, nada es inmutable

El agua de mar bajo el molino de arena

La vida resulta tan extraña cuando todo está en calma. Parece que todo marcha. Es como si el plan divino que rige tus pasos te estuviese dando una tregua. Tal vez una tregua efímera, un pequeño descanso en el devenir de tu existencia. Pero tan real resulta aquello de la calma que precede a la tormenta, que no es sencillo disfrutar plenamente de la paz sin dejar de pensar que en breve el mar volverá a estar embravecido y los vientos huracanados.

Y aún así, estos pequeños islotes de paz en medio del océano resultan tan estimulantes. Disfrutarlos es como comer una fruta en su apogeo de maduración. Todo se vuelve tan sencillo, tan evidente, tan claro. Es como si todas las soluciones a tus enigmas hubiesen estado siempre al alcance de tu mano, y ahora salen a la luz antes incluso de preguntar.

La nave sigue su curso. Su lento navegar por el océano vital avanza sin contemplaciones. Hoy, el mar está en calma. Ayer, parecía arreciar la tormenta. Mañana, ¿quién sabe? ya lo preguntaremos en su momento.

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