La brecha no cerrada

Ocasionalmente nos hacemos con huecos temporales que nos permiten hacer cosas que de otra forma no podríamos hacer. Por poner un ejemplo, yo mismo, que no suelo tener tiempo para todo lo que quiero hacer, encuentro de vez en cuando un pequeño agujerito por el cual entro y escribo alguna que otra cosa en este mi querido blog.

El tiempo es una brutal paradoja. Lo perdemos una y otra vez. Si alguien te ve haciendo el tonto, no tardará mucho en decir que estás perdiendo el tiempo. Pero quizás en ese momento lo que te apetece es hacer el payaso. En este caso, ¿cómo se atreve alguien a aseverar que estás haciendo un mal uso de algo tan tuyo como es tu tiempo?

Quizás somos nosotros, aquellos que pasamos horas y horas trabajando los que realmente dejamos el tiempo pasar... máxime si te dedicas a una profesión que no te gusta y para la que no tienes talento. Además, por mucho que te guste tu trabajo, desde el momento en que se convierte en una obligación, ya no resulta tan divertido.

¿realmente hacer lo que uno quiere es perder el tiempo? ¿aquel que pasa su vida trabajando aprovecha más el tiempo que aquel que lo gasta en estupideces?

El tiempo, esa paradoja brutal... y pasa tan rápido que deprime profundamente...